Desde el pie

En Casavalle, los "gurises" tienen a mano un lugar para aprender a hacer. Dicen, los que están al frente, que de tanto hacer, uno termina por querer seguir.

Los ojos, de pronto, descansan de desfiladero de ranchos y estrecheses en campo abierto. Limpio, florido y cortejado por una línea de pinos que lleva, allá en el fondo, a una magia. A ese edificio que insinúa su prominencia desde este portón de entrada, distante cinco cuadras de él.

San Martín 54, entre Domingo Arena y la vía, zona Casavalle.

Estoy en el claro de un bosque de asentamientos que sus habitantes llaman, con resabios de autoestima e instinto de conservación, barrios. La Cantera, Dioniso Díaz, Los Reyes, Tres Palmas, son algunos nombres que se han dado estos núcleos humanos que en la jerga de la seccional de policía cercana integran "el Borro Chico".

El cartel a la entrada por San Martín informa: "Centro educativo Los Pinos, Asociación Cultural y Técnica". Camino hacia el embrujo. Algunos caballos pastan y dos arcos juegan al serio en una enorme cancha desierta. A media tarde, le sobrarán jugadores.

"¡Periodista!", grita un gurí que está con otros bajo árboles lejanos. Antes habrán imitado a un bichofeo . Llego a la construcción de dos plantas y ladrillo visto, ventanas blancas, techos azules, una torre-mirador y muchos salones. Sorprende la calidad de materiales y terminación del conjunto. Hay un silencio casi místico que un oratorio de ladrillos, con la imagen de la Virjen, confirma ni bien traspaso las rejas de la entrada sin que nadie me invite, "como Perico por su casa".

Próximo a una ele de salones encuentro el comerdor, a juzgar por la mesa y bancos largos, en el que momentáneamente está Lucía, la recepcionista. Me acompaña a avisarle a Pablo -el responsable del centro- que llegué, y después permite que José Luis Dafonte, un flamante amigo de 12 años, me siga. Andaba en la vuelta, le pedí que me guiara y accedió, después de lograr que uno de los docentes lo eximiera, por un rato, de comparecer a la hora obligatoria de deportes.

José Luis va describiendo las "estaciones" donde paramos: contenedor que guarda las herramientas de la huerta (y aloja además, en este preciso instante, a un gallo cantor y una gallina muda), criadero de conejos, gallinero, huerta donde la azada mide varios centímetros más que los hortelanos, taller de electromecánica, comedor donde sorprendemos a Rossana, una cocinera voluntaria, limpiando una cocina de cinco hornallas y ocho perillas capaz de hornear un mamut, una sala de computación con 20 ordenadores, un salón de gimnasia y varios salones donde distintos grupos de escolares están en clase de apoyo. Interrumpo la sesión, en uno, para saludar. Los ocupantes hablan todos al mismo tiempo y el docente, joven, se rinde al “recreo” impuesto. Después, los parlanchines me abordan, piden que los registre en el apunte. ¿Nombre?, pregunto. David Alexander Alves De los Santos, responde uno. Nicolás Valiente, dice otro. Y un tercero, Leonel García, de 8 años, cuando le pregunto si anda bien contesta “la verdá que sí”.

Luego, mientras queda pendiente la subida al mirador y José Luis ya no tiene excusas para “ir a deportes”, charlo con Gustavo, uno de los mienbros del equipo responsable de Los Pinos. Me conduce a una cartelera de fotos que recorren la historia de este proyecto que comenzó a pricipios de 1998, cuando las seis hectáreas en las que se asienta eran un inmenso basural rematado en una pequeña tapera.

De aquella tapera al actual y atractivo edificio, cuya última ampliación fue inagurada en septiembre del año pasado por el intendente Mariano Arana y el embajador alemán, entre otras autoridades, mucho apoyo privado y público, nacional e internacional, fue destinado a esta obra. Identificada por otra parte, con la prelatura del Opus Dei de la iglesia Católica, institución eclesiástica que sostiene a la Asociación Cultural y Técnica.

CONTINENTES. El objetivo básico del centro Los Pinos es el apoyo al aprendizaje escolar y liceal de niños y jóvenes de la zona, estén o no integrados al sistema educativo formal. En el caso de los expulsados de él la idea es, naturalmente, proporcionarles elementos que estimulen una rápida reinserción, comenta Pablo Bartol, responsable del lugar.

Mediante convenio con el INAME y coordinaciones con otras organizaciones sociales que trabajan en derredor, la tarde, después de que sus usuarios salieron de la escuela o el liceo. La intención del plan general, y de los talleres en particular, es formar en competencias, disciplina, compromiso y satisfacción por la tarea bien hecha. A través de la promoción de la confianza en las propias capacidades y el rigor en el esfuerzo. Ya hay resultados, dice, orgulloso Pablo. Tres niños que ingresaron con serias dificultades de aprendizaje, fueron este año abanderados en su escuela. Seis adolescentes obtuvieron, en el último escrito de matemáticas del liceo, notas superiores a diez.

Cuando no están en clase de apoyo, los escolares van a la huerta, a alguna de las tres canchas de futbol, la de voley, la de básquet o el salón de gimnasia. En la sala de computación perfeccionan la lectoescritura mediante un lúdico método: el Karaoke. Van leyendo en la pantalla la letra de alguna canción archidifundida en la radio y luego ensayan dactilografía en el teclado. También hay espacio para jugar en la pantalla, que no todo en esta vida es deber.

Los adolescentes, por su parte, se perfeccionan en los distintos lenguajes informáticos que el mercado exije, y en deportes han salido a competir –y ganar– en campeonatos de colegios públicos y privados. En el último campeonato intercolegial de atletismo, Los Pinos compitió en velocidad, salto largo, salto alto, posta y bala, y le fue respetablemente bien. La inchada con su fervor, en esa y otras ocasiones, contribuyó a un espíritu de grupo que trasciende lo meramente competitivo, apunta Pablo.

El deporte es una instancia fundamental en Los Pinos, no sólo por sus comprobados beneficios fisiológicos y psicológicos, sino por su eficacia en materia de integración, añade. La Liga Norte de fútbol femenino, que reúne a jugadoras de los seis zonales del norte de montevideano y es timoneada por la intendencia de Montevideo –vía Comunal 11– está realizando los partidos domingueros en las canchas de Los Pinos.

Todos los usuarios del centro almuerzan en él por cinco pesos, con derecho a repetición, si hay. Y cada uno paga una cuota mensual de 100 pesos, que puede “negociarse”. Es decir, transformarse, aunque sea parcialmente en beca o trueque. De hecho, y como la lista de aspirante a ingresar es larga, hay padres que trabajan voluntariamente en este lugar, a cambio de que sus hijos puedan asistir a él. Rossana, la cocinera que al día siguiente a esta nota me vendió cinco papas y un tomate en la feria de mi barrio, es uno de esos casos.

La prevención sanitaria está a cargo de una médica de familia que, que una vez por semana, visita el centro y deriva, de ser necesario, a la policlínica municipal.

En la evolución de aquel primer páramo a esta fructífera realidad que ostenta Los Pinos hubo contribuciones que merecen citarse, señala Pablo. La primera, de Leonardo Rozenblum, titular de la empresa Motociclo SA que donó el terreno para el proyecto. “No lo cedió por determinado plazo, ni lo permutó por nada, ni puso ningún tipo de condiciones. Simplemente, cuando le explicqué para qué era, nos lo regaló.”

Otros empresarios locales, en el año 2001, donaron fondos que habilitaron la construcción de los módulos para cuatro talleres.

Finalmente, a mediados de 2001, el ministerio de cooperación y desarrollo económico alemán le otorgó al proyecto una cifra que incluyendo la contrapartida de los impulsores del programa, asciende a 450 mil dolares. Fue conquistada entonces, la ampliación definitiva, cuyo perfil arquitectónico “me hace recordar los viejos cascos suburbanos, con su mirador”, comentó Arana el día del corte de cinta.

CONTENIDO. Al mirador subimos, con Pablo, a apreciar Montevideo desde una perspectiva satelital. Momento propicio para plantearle los problemas que asoman en la propuesta. El primero, que está disponible sólo a varones. El segundo, y en la medida que el centro Los Pinos imparte enseñanza religiosa –optativa, vale aclarar-, el vínculo con el Opus Dei.

“No hay pruebas, ni aquí y ni en el resto del mundo educativo, de que la opción por trabajar con uno de los sexos genere resultados negativos. En nuestro caso se fundamenta en una larga experiencia en esta línea, avalada por la lista de padres que nos confían sus hijos. En todo caso cualquiera puede venir, hablar con los funcionarios, los padres, los chicos, y comprobar por sí mismo cómo están, cómo se sienten, qué opinan del centro.”

En cuanto a la educación religiosa, en la medida en que es optativa, la respuesta está implícita, abunda Pablo. “Eso sí, a los padres que deciden que su hijo no la reciba, les advertimos que durante el tiempo que su hijo esté fuera de la clase de religión le daremos otra actividad, otra tarea de las tantas que tenemos. Porque creemos en el hacer como motor insustituible de la superación personal. Y no es cualquier hacer, sino el hacer bien. Si vas a ser sanitario, ser el mejor sanitario, no ése que el cliente tiene que llamar al otro día porque se le inundó la casa.”

Pablo integra el Opus Dei y responde por sí mismo, advierte, no por lo que otros miembros hayan hecho con esa fe y con su vida. “Todas las veces que toco este tema con alguien pido lo mismo: libertad, por favor. No apuntamos a nadie con un arma para obligarlo a traer a su hijo. Y nuestro trabajo está a la vista, basta venir y ver. Porque si no, nos pasamos al macarthisimo educativo: hay una sola forma de educar, una sola opción, una sola concepción que es la democrática, no sexista, participativa y sana. Pará. Los gurises que vienen acá están toda la mañana en escuelas o liceos mixtos. Así que me parece que muchas veces, a la uruguaya, vemos fantasmas donde sólo hay voluntad de favorecer a la gente. En cuanto al Opus Dei te digo: mi intención acá no es lograr 30 bautizados, 50 confirmados y 60 matrimonios. Lo que quiero es que esta infancia, metida hasta el cuello en situaciones muy lamentables, alce las miras. Y para eso estudie, avance, progrese. Es sólo eso.”

Fabio Guerra / Suplemento Brecha - Las vueltas de Montevideo: El Ocho / 28 de noviembre de 2003