Una carpa en la ruta

Roberto, un conocido mío, albañil de profesión, de unos 55 años, quedó imposibilitado de trabajar por un problema grave de columna, para el cual los médicos no le daban solución o, si acaso, le proponían soluciones quirúrgicas muy riesgosas.

Como su único capital era su trabajo, no pudo pagar más el alquiler de su casa y debió abandonarla y vender todo lo que tenía (incluyendo moto y canoa) excepto una carpa, una cocina, una cama y un par de sillas.

Se instaló con su carpa al costado de la ruta 1 a la altura del km. 79,500. Fui a verlo varias veces con otras personas para llevarle algunas cosas de comer. Para obtener agua hizo un pozo en la arena del lugar, de entre uno y dos metros de profundidad, y luego la hervía haciendo fuego con piñas y ramas que encontraba por el suelo.

En una de mis visitas le dejé el libro "Camino" y le recomendé que lo leyera. Al cabo del tiempo Roberto me comentó que aquel día, después de mi visita, tiró el libro lo más lejos que pudo, en un acto de rebeldía. Pero al día siguiente lo recogió, lo empezó a leer, hizo oración continua, logró presencia de Dios, y le pidió al Fundador del Opus Dei su curación. En visitas posteriores me leyó las cosas que iba hablando con Dios, a partir de la lectura de "Camino". Eran cosas muy sobrenaturales, sobre todo teniendo en cuenta que Roberto tenía muy escasa formación cristiana.

Un día le dije que tenía que confesarse y que lo iba a contactar con un sacerdote. Así, se confesó luego de 35 años de no acercarse al sacramento de la Penitencia. Varios meses después del "retiro espiritual" con "Camino", logré dar con un catedrático de anatomía, quien le recetó unas simples infiltraciones y unos ejercicios especiales y Roberto volvió a trabajar.

P.M.G.