Un teléfono en Bañados de Medina

Descendiente directa de japoneses, nació en Uruguay y, como tantos de su raza, se dedicó al cultivo de las flores. En Bañados de Medina, Cerro Largo, dio un paso importante para retomar la fe y conocer el Opus Dei. Le encanta la claridad con que San Josemaría Escrivá dice las cosas

Mi padre es japonés, mi madre es hija de japoneses y yo soy nacida en Montevideo. Mi padre vino a Uruguay en el año 1957 y fue entonces cuando conoció a mi madre y se casaron. La mayoría de aquellos primeros japoneses que llegaron a Uruguay se dedicaron al cultivo de flores. Yo continúo todavía con el trabajo iniciado por mis padres y mantengo así el negocio familiar.

Vivimos en las afueras de Montevideo, en Paso de la Arena, zona donde residían muchos japoneses hasta que una cantidad grande de ellos abandonó el cultivo de flores y se dedicó a otras actividades. Son muchos los que han estudiado e ingresado a la Universidad. Yo sigo con las flores y soy ingeniera agrónoma, egresada de la Universidad de la República.

Conocí el Opus Dei a través de una hoja informativa sobre San Josemaría que llegó a mi casa. Yo no tenía idea de qué se trataba eso del Opus Dei. Si bien soy bautizada, no tenía formación católica porque siempre había ido a colegios laicos, en los cuales hice muy buenos amigos, tanto compañeros como profesores.

Siempre tuve una formación laica y si bien respetaba cuestiones de la religión, yo era una católica que no iba a misa los domingos y que frecuentaba la Iglesia en muy pocas ocasiones. Pero hay una señora que vive en mi casa que varias veces nos llevó a la Gruta de Lourdes los días 11. Además mi madre me enseñó algunas oraciones vocales, y entonces mi hermana y yo le teníamos devoción al Ángel de la Guarda. Eran pequeñas cosas que alimentaban la fe, pero ya digo que no era una católica práctica.

Por otro lado mis abuelas, que no eran de origen católico pero si personas muy rectas, nos enseñaron a ser personas con buenos principios, valores altos y metas elevadas. Sin embargo, había muchas cosas que no entendía aunque me gustaban y me daba cuenta que me simpatizaba la religión católica. Yo aún no había tomado la Primera Comunión pero sabía que la Iglesia formaba parte de mí aunque no podía descubrir que era eso tan importante que yo estaba viviendo. Siempre sentí curiosidad, se podría decir que tenía sed de conocimientos y de fe hasta que un día me llegó esa hoja informativa. Yo no entendía nada, le pregunté a mi madre y me dijo que no sabía lo que era el Opus Dei pero que algo bueno sería porque era de la Iglesia Católica. La hoja informativa quedó por años en un estante en mi casa.

Pego un salto en el tiempo y voy a mis últimos años en Facultad de Agronomía. Me encontraba en Bañado de Medina, una localidad de Cerro Largo a 30 km de Melo. Yo estaba trabajando con un compañero que me preguntó si era católica y le respondí que sí. A renglón seguido me preguntó si iba a misa y yo le fui sincera y le dije que no tenía mucha idea de nada. Ante eso, entre otras cosas me preguntó si yo tenía interés en tomar la primera comunión. Le respondí que ya era grande, que tenía más de 20 años y que eso era para niños. Pese a que él vio que yo tenía ideas equivocadas, me parece que mi respuesta le cayó simpática y como yo no le había contestado mal me dijo que su novia y algunas amigas de ella me podían preparar para la primera comunión. Me dijo que si yo lo dejaba, él le pasaba mi teléfono a su novia.

Así fue como llegué a la Residencia Universitaria Del Mar, en donde me preparé para la comunión que la recibí en la Misa de Navidad de aquel año, aunque después no fui más. Al año siguiente vino el Papa a Uruguay. Yo realice mi primer retiro espiritual y al poco tiempo pedí la admisión en el Opus Dei.

Lo que más me atrajo de los escritos de San Josemaría fue la claridad con que decía las cosas, que servían para todos los tiempos y siempre daban justo en lo que uno necesitaba que le dijesen.

Keiko Hikichi, Ingeniera agrónoma // Libro "San Josemaría y los uruguayos", año 2002