Me esfuerzo por quitar de mis palabras el "no puedo”

Concurrió al CADI –un centro de promoción social en un barrio carenciado- para realizar una suplencia como maestra y terminó siendo cooperadora del Opus Dei. Hoy, ya jubilada, sigue yendo todas las semanas desde el Buceo a Casavalle para “dar una mano” con las niñas

Llegué al CADI –Centro de Asistencia para el Desarrollo Integral-, en la zona de Casavalle, para hacer la suplencia de una maestra. Allí me puse en contacto con un grupo de personas que me llamó la atención por la serenidad que irradian, el afecto, el interés. Saben escucharte y guiarte con naturalidad y sencillez. Siempre solicitan lo que sea con una sonrisa y agradeciendo, aún cuando pienso que la mayoría de las veces soy yo la que debe dar gracias pues siempre recibo mucho afecto y mucho crecimiento espiritual. De esa manera natural, sencilla, me permitieron incorporarme y poco a poco fui conociendo a San Josemaría, su maravillosa obra y su vida entregada plenamente a Dios y a sus hermanos.

Conocer el Opus Dei le dio un cambio inmenso y maravilloso a mi vida y, como consecuencia, a mi vida familiar. Aunque me falta mucho todavía, sé que no estoy sola, que siempre está Dios y que puedo y debo poner más fe y entrega en lo que hago. Estoy aprendiendo a quejarme menos y me esfuerzo por quitar de mis palabras el "no puedo", porque estoy aprendiendo que siempre se puede un poco más.

Un día manteniendo una charla me propusieron si quería ser colaboradora (cooperadora del Opus Dei), me explicaron y me dijeron que lo pensara: acepté y bendito sea el momento en que Dios puso en mi boca la palabra "sí". Coopero concurriendo al CADI a colaborar con el Club de Niñas y realmente siempre vuelvo a lo mismo: la beneficiada soy yo porque me hace realmente feliz esa cooperación. Pienso que mi colaboración es muy pobre, pequeña. Conocer el Opus Dei es como si se fuera corriendo un velo y ver todo con más amor, gratitud y confianza.

Puedo decir que sí, que San Josemaría me ha hecho favores; no me falta el trabajo, la unión de mi familia, el cariño de las personas que me rodean. Tal vez parezcan muy simples pero para mí son la base de mi vida. Les di a mis hijos la oración de la estampa y poco a poco veo que rezan la novena a Josemaría Escrivá. Por el momento vivo en el Buceo con mi esposo e hijo, en un apartamento que era de mi hermana (fallecida) pero no ceso de rezarle al Santo para que podamos terminar la ampliación de la casita en el Barrio Santa María, el barrio del CADI, para estar todos juntos.

Soy casada hace 35 años, tengo dos hijos, un nieto y otro en camino. Mi esposo me apoya en todo lo que hago y me impulsa a acercarme cada día más al Opus Dei porque sabe que me hace feliz y que nos enriquece en valores.

Olga Díaz de Tórtora, Maestra, jubilada de la escuela pública, en actividad en el Colegio Cristo Divino Obrero // Libro "San Josemaría y los uruguayos", año 2002