El CADI extendió programas sociales y planifica ampliar cobertura educativa para adolescentes.

Diseñan plan de mediación para atender la violencia familiar y vecinal en Casavalle.

Casavalle tendrá pronto una radio comunitaria, la primera del barrio, para comunicar “buenas noticias” y “motivar a los demás a vivir de forma pacífica”; en síntesis, a sacudirse de arriba el estigma de la crónica roja. Muchos podrán creer que, proviniendo de esa zona de Montevideo, no hay nada bueno para comunicar, pero su promotor, el Centro de Apoyo al Desarrollo Integral (CADI), se dedica a derribar esos mitos.

Esta institución educativa, que funciona desde 1992 en Capitán Tula y San Martín por impulso del Opus Dei y atiende a 700 familias de esa zona, este año inauguró el programa Espacio Diálogo, para la prevención y mediación de conflictos, al tiempo que ofrece los primeros grupos terapéuticos para mujeres víctimas de violencia doméstica.

De cara al futuro, se piensa ampliar la capacidad para recibir a adolescentes de entre 12 y 14 años para que puedan continuar la educación dentro de la institución desde el CAIF hasta su formación laboral.

Espacio de diálogo
Espacio Familia, proyecto financiado por la Unión Europea (UE), ha atendido más de 700 padres y niños en situación de riesgo social por violencia doméstica desde 2012. El consultorio provee servicios psicológicos, sociales y jurídicos de forma gratuita. La atención, en consulta privada o en grupos conformados por mujeres que han sufrido violencia doméstica, busca combatir el aislamiento, la baja autoestima y la desconfianza de estas hacia las instituciones.

Guzmán Haretche, coordinador de proyectos de CADI, indicó que la instancia grupal las ayuda a “reconocerse” entre sí y a sentirse seguras. Este año se dio un paso más allá y se inauguró Espacio Diálogo, también con financiamiento de la UE, para la prevención y mediación de conflictos. La particularidad de este programa es que los técnicos especializados median entre los familiares o vecinos para resolver conflictos.

“Nuestro enfoque es ayudar a cambiar a las personas. Si estas cambian, el conflicto desaparece. La base es la creencia de que las personas pueden ser mejores”, dijo Haretche. Espacio Diálogo se completa con la capacitación de mediadores y facilitadores. La orientación puede implicar derivaciones a centros especializados y el acompañamiento para que la víctima acceda a esos servicios.

Un componente del proyecto es el uso de un sistema de información en coordinación con otras instituciones que trabajan en prevención de violencia doméstica en la zona para generar un diagnóstico cualitativo y cuantitativo sobre el fenómeno en un barrio que sobrevive a espaldas del resto de la ciudad.

El aporte privado
Otra de las ofertas educativas del CADI es el Politécnico de Formación Laboral, destinado a adolescentes que hayan concluido el Ciclo Básico. Por dos años, las alumnas son instruidas para desempeñarse en funciones de help desk, testing de software, call center, educación inicial y atención al cliente. Hoy participan 80 jóvenes.
A partir de este semestre se imparte, además, un curso de asistente contable, con el apoyo de Uruguay XXI y las empresas CPA Ferrere, EY, Guyer & Regules, PwC, entre otras. “Hay materia prima”, dijo la subdirectora Rosario Majó en referencia a la capacidad de aprender y progresar de las chicas de Casavalle.

Más de 70% de los jóvenes del barrio han desertado del sistema educativo y no buscan empleo. Pero solo es cuestión de darles la oportunidad. Así lo comprueban las estadísticas: 76% de las estudiantes egresadas consigue empleo; al tiempo que 71% continúa en el sistema educativo formal, ya sea cursando secundaria o a través de formación terciaria, o realizando alguna capacitación laboral de más de dos meses.

“Tenemos lista de espera en todos los programas. Nos hacen falta más clubes y más CAIF”, expresó Majó, en relación al que es el centro CAIF más grande de Uruguay: 400 niños de entre 0 y 3 años.

Experiencias oportunas
Los más pequeños participan de un taller de “experiencias oportunas” junto con sus padres para fortalecer el vínculo. Se trata de reuniones de juegos, merienda y asesoramiento con psicomotricistas y psicólogos.

Era tal la demanda, que se construyó una nueva sala fuera del edificio principal y se armaron unos salones que las autoridades calificaron como “improvisados”, pero que tenían todo el equipamiento necesario para una clase. Haretche explicó que quedaron apretados por el cierre de tres centros CAIF de la zona. El gobierno les prometió un “edificio y presupuesto”, pero todavía no fue ratificado el convenio.

Cuando las niñas pasan a la escuela, pueden sumarse al Club de Niñas. El club atiende a más de 100 niñas de entre 5 y 12 años a contrahorario de la escuela y realizan actividades que van desde los deberes vigilados hasta inglés, informática y música.

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    WWW.ELOBSERVADOR.COM.UY - NACIONAL - ASISTENCIA, 28.09.2014