Con las familias ante la Virgen del Verdún

​En el año dedicado a las familias, los colegios Los Pilares, Monte VI y Our Kids organizaron una peregrinación al cerro de la Virgen del Verdún, en el departamento de Lavalleja.

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La idea parecía una locura y mucho más al comienzo del año escolar, pero el sábado 14 de marzo resultó una jornada excelente.

En un país donde los trenes de pasajeros casi no circulan, la romería tuvo la originalidad de partir en este medio de transporte. El sábado por la mañana unas 120 familias se acercaron a la estación, entusiasmadas por la peregrinación y por el viaje, dos novedades para muchos de ellos.
El destino era el Santuario nacional del Verdún y el viaje –que en auto se hace en una hora- fue de tres horas y más. Gracias a eso pudimos pasar lindos momentos con la mayoría de las familias que llenaban los 4 vagones del tren, organizar guitarreadas, campeonatos de cartas y trivia de preguntas de los temas más variados. Y por supuesto, rezamos la primera parte de la Romería.
Al llegar nos unimos a muchas familias que habían ido en sus autos por no haber más lugares disponibles en el tren. Allí nos esperaba el obispo de la diócesis de Minas, Mons. Jaime Fuentes, que había sido capellán de los dos colegios. Emprendimos la subida al cerro, rezando el Rosario del día. El calor no impidió que subiéramos todos, niños, padres, abuelos y profes…
Las decenas de padres con niños pequeños que iban en carritos los llevaron al hombro, siempre con la ayuda de alguien. Otros se turnaban para ayudar a un señor que llevaba en brazos a su hijo discapacitado.
Una vez arriba, a los pies de la Virgen, dejamos un ramo de flores que habíamos llevado desde Montevideo y que varios alumnos y alumnas se habían turnado para cargar durante el ascenso. Luego, recibimos del obispo una bendición especial para todas las familias que estábamos allí, extensiva a todas las que no pudieron sumarse físicamente. Fuentes recordó entonces que la peregrinación justo coincidía con el pedido del Papa Francisco de rezar 24 horas para combatir la indiferencia y “qué mejor que haciéndolo en familia".
Almorzamos al pie del cerro y a pesar del cansancio la alegría seguía intacta. Continuaron los cantos y los juegos de los más chicos y, por supuesto, la charla animada entre todos.
A las 16:30 partimos de regreso en el tren. Había un ambiente “inexplicablemente" más alegre si cabe. Siguieron las charlas, los cantos y los juegos, y también rezamos la última parte de la Romería, ya en acción de gracias por el lindo día compartido.