“El mensaje cristiano puede ayudar a acercar posturas en Líbano”

Ferrán Canet es catalán, quinto hermano de una familia de seis, y docente de profesión; fue ordenado sacerdote el año pasado y ahora vive en Líbano, país donde ya vivió tres años.

Don Ferrán Canet.

Explica el descubrimiento de su vocación como numerario del Opus Dei con pocas palabras y una sencillez aplastante, que trasluce su descomplicación: “En un momento determinado, alguien me pregunta: ¿y tú, te has planteado entregarle tu vida al Señor? No. ¿Y te lo puedes plantear? Sí… Y me lo planteo, y se la entrego. ¿Por qué? Porque podía”.

Su historia, a partir de ahí, se escribe en breves trazos: estudia Magisterio y Comunicación Audiovisual, además de algunos cursos de Arquitectura; trabaja durante ocho años como profesor de Primaria, y marcha más tarde a Roma para estudiar teología. Tras un año estudiando en el Colegio Romano de la Santa Cruz se traslada al Líbano ; llega a Beirut en agosto de 2007: “Atendía a los socios del club juvenil, a las personas de la Obra… y preparaba mi tesina”.

El Líbano, un crisol de culturas con algunas peculiaridades

Su llegada al país de los cedros coincidió con el primer aniversario de la última guerra, que enfrentó al ejército israelí y a Hezbollah, por espacio de un mes, entre julio y agosto de 2006. Aún hoy, las fuerzas internacionales bajo mando de la ONU continúan en el país para  garantizar la estabilidad de la frontera sur con Israel, y la guerra civil que se vive en la vecina Siria amenaza con traspasar la frontera y extender el conflicto.

Don Ferran Canet con el Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría, en el día de su ordenación sacerdotal.

Decir Beirut evoca para muchos imágenes de una ciudad bombardeada y sitiada, pues fue el epicentro de la sangrienta guerra civil que asoló el país durante 15 años, entre 1975 y 1990, aunque don Ferrán insiste en que la realidad es mucho más sencilla y prosaica: “tienes una imagen de los países en los que no has estado basada en lo que has visto en las noticias, y lógicamente no hay noticias que digan que hoy no ha pasado nada en el Líbano”.

La aportación del mensaje cristiano para la paz

Madre de Dios de Harissa, patrona del Líbano. Foto: Ferrán Canet

El problema del Líbano (la antigua Fenicia, ocupada en el siglo XVI por el imperio otomano, protectorado francés hasta la Segunda Guerra Mundial, enclave privilegiado y deseado por todos debido a su estratégica ubicación), como de todo Oriente medio, no es sencillo, y responde a muchos factores; no tanto religiosos, afirma, como políticos y sociales. “Si ocurriese en Europa, donde compartimos, más o menos, una misma religión, no nos plantearíamos que esa fuese la causa del conflicto… son la falta de libertad, las dictaduras y las dificultades económicas las que provocan los problemas, y lo sería igual aunque todos fuesen ateos y no les importase nada la cuestión religiosa”.

En esto tiene mucho que decir, afirma, el mensaje cristiano y, por tanto, el del Opus Dei: “El mensaje de la Obra es que en medio del trabajo, de la vida social y familiar es donde no solo se puede, sino que se debe encontrar a Dios; y que todo nos ayuda a acercarnos más a Él. Por esa razón el mensaje cristiano puede ayudar a acercar posturas entre los diferentes planteamientos políticos, etc., basándose en el respeto a la persona. Porque se puede estar en desacuerdo en muchas cosas y eso no quiere decir que tenga que haber confrontaciones… allí salen fácilmente las armas, lo que es un pequeño problema".

'La labor apostólica de la Obra se desarrolla con gente muy diversa: puedes encontrarte en un retiro mensual que el que hace la lectura es un musulmán'. Foto: Ferrán Canet

"Yo creo que el mensaje cristiano tendría que pesar más en la cultura, en los valores, pero tienen que ser los hombres y las mujeres individualmente, con su coherencia de vida, los que vayan transmitiendo esa manera de ver las cosas; no los políticos, no el obispo en la homilía del domingo, sino la implicación de cada uno, en su sitio”.

Variedad de ritos

En Líbano hay tal vez más sensibilidad espiritual que en la Europa de hoy, dice; hay mucha gente con una práctica de la religión muy viva, que reza de manera habitual, que va a Misa entre semana y se confiesa, jóvenes y no tan jóvenes; y la labor apostólica de la Obra se desarrolla con gente muy diversa; “puedes encontrarte en un retiro mensual que el que hace la lectura es un musulmán, que se está planteando bautizarse, pero musulmán-musulmán… y entre los propios católicos, los hay de cuatro o cinco ritos: maronitas, melquitas, caldeos, siro-católicos… y cada uno, con su propia liturgia”. Esta riqueza es un ejemplo de convivencia, afirma, aunque conlleva también ciertas dificultades de orden práctico, como la acuciante necesidad de aprender árabe para poder celebrar la liturgia maronita, la más numerosa del país.

'Yo creo que el mensaje cristiano tendría que pesar más en la cultura, en los valores, pero tienen que ser los hombres y las mujeres individualmente, con su coherencia de vida, los que vayan transmitiendo esa manera de ver las cosas'. Foto: Ferrán Canet

“¿Ha visto De Dioses y Hombres ?” le pregunto (esta película francesa que ganó el Festival de Cannes de 2010 narra la historia de una comunidad de monjes cistercienses masacrados por los terroristas en 1996 en Argelia): “Sí -responde rápido- y me encantó. Pero la situación no es la misma; en Líbano hay zonas muy extensas de ambiente totalmente cristiano. Puedes encontrar algún pueblo, como en Argelia, donde sólo haya musulmanes y la presencia del cristiano se limite solo a un convento, pero no es habitual. Y en general, hay muchos musulmanes que tienen mucho aprecio al cristianismo y a los cristianos; la imagen del musulmán como un terrorista es triste, e injusta”.

Visita del Papa a Líbano

Foto: Ferrán Canet

De esta realidad del país sabe mucho Benedicto XVI. El Papa viajará a Líbano el 14 de septiembre, para la entrega del documento post-sinodal, tras el Sínodo de las Iglesias orientales. “Se hace en Líbano por ser un lugar que reúne a muy diversas iglesias, y uno de los países más seguros: hoy ir a Siria o a Irak sería más arriesgado para el Papa”.

Probablemente, en la elección del Líbano habrá pesado también el hecho de ser, con Tierra Santa, el primer país en el que hubo cristianos, desde los años 30 de nuestra era; “con más o menos tribulaciones o persecución”, recuerda. No en balde, pisar las calles que transitó Cristo ha de marcar también la diferencia… “sabemos que la Virgen y el Señor estuvieron por esta zona y es posible que, durante un paseo por Tiro, pases por las calles que ellos también anduvieron. Es bueno para darse cuenta de que nuestra fe no es algo… etéreo, sino que seguimos a una persona concreta. Y pensar que la puesta de sol que ves en la playa de Tiro es la misma que disfrutaría el Señor es bonito. También ayuda a imaginar a los apóstoles ver a los pescadores de esta zona hoy”.

'En Líbano hay tal vez más sensibilidad espiritual que en la Europa de hoy, dice; hay mucha gente con una práctica de la religión muy viva, que reza de manera habitual'. Foto: Ferrán Canet

Llenar de avemarías las calles de Beirut

En el año que ha transcurrido desde su ordenación, don Ferrán ha terminado y defendido su tesis doctoral en Teología –sobre “La dimensión moral de la cuestión ecológica”-, y ha ejercido de capellán en un colegio en Vigo, su primer trabajo como sacerdote. Valora muy positivamente la experiencia, a pesar de que parece en las antípodas de la labor sacerdotal que desarrolla en el Líbano. “Ha sido muy enriquecedor”, asegura.

Sabe que su experiencia libanesa tampoco va a ser igual a partir de ahora “para empezar, hará mucho más calor”, bromea; “y como sacerdote vas a otra cosa: a servir, a estar siempre a disposición de la gente”. La figura del sacerdote en Líbano, admite, es no solo respetada, sino apreciada por ser un hombre de Dios.

Restos de Byblos. Foto: Ferrán Canet

Y ahí enraíza el encargo del Prelado del Opus Dei para su nueva tarea: llenar de avemarías las calles de Beirut. “Lo más impresionante de mi trato con el Padre fue con motivo de la enfermedad de mi madre –su madre, María Pilar Torra, supernumeraria, falleció en octubre de 2011, semanas antes de su ordenación diaconal, tras una rápida enfermedad que llevó con gran entereza–; cada vez que coincidíamos tenía un detalle, me recordaba: “encomiéndate a tu madre”… y se veía que era algo profundo, serio. De hecho, tras la ordenación sacerdotal una de mis hermanas, que no es de la Obra, me dijo: “me quedo tranquila porque veo que tienes una familia”.

Le pregunto, para finalizar, cuál es su cita preferida de San Josemaría , qué reflexión de sus escritos prefiere, y no se queda con ninguna: “lo que hace que sean buenísimas es que son vividas, que es lo que le da más fuerza... Más allá de la letra, de las palabras, es la fuerza que le da el haberlo acompañado con sus hechos, más que con sus dichos”.

Todo un programa de vida que él también intentará poner en práctica, con su sencillez y aplomo, en su camino por las calles del Líbano.