San Josemaría de libretista en una radio

El humor, la información, la comunicación con el oyente, es su punto fuerte. Y a eso se dedica, además de libretar radionovelas, sketches y varios espacios más. Dice que en los escritos de San Josemaría no sólo encontró los mejores consejos, sino también las mejores ideas para sus guiones. Y no es broma.

“Todo vale”. Esa era mi idea a los 14 años, cuando empecé a trabajar en los medios. Había tenido vocación clara desde muy chico. Y también me había costado bastante entrar en el “ambiente”; con lo cual estaba dispuesto a hacer lo que fuera para no desaparecer.

Isidro Cristiá -el de Doble o nada- fue el que me abrió la puerta, y de él no me desprendí hasta su muerte. Después me llegó el turno de escribir libretos cómicos, conducir programas radiales, producir y dirigir radioteatros, y ser gerente de radio.

Así era que para advertirme de cualquier metida de pata, Cristiá siempre empezaba la oración con un “Guarda!” -Guarda lo que decís al aire. -Guarda lo que escribís. -Guarda con coquetear con lo más fácil.Alguna vez un amigo me recordó -mirándome a la cabeza- que nunca he tenido todas las luces prendidas. Y admito que nunca entendí aquellos “Guarda” de Cristiá. Pero no faltó mucho.

Hasta que un día me topo con una frase de San Josemaría que hacía referencia a que lo que ensucia a un niño, también ensucia a un grande

A los 19 años conocí el Opus Dei. A los 20 pedí la admisión. Ahí el que empezó a decirme “”Guarda” fue Mons. Escrivá de Balaguer. Y no se crea el que lee que he tenido revelaciones ni acontecimientos místicos desde entonces. Nada más lejano. Pero en estos 18 años transcurridos, ha sido él quien me ha ido ayudando a prender las luces que faltan. ¡Y lo que le ha costado! Me explico volviendo al principio.

“Todo vale”. Había que complacer a los cómicos para quienes escribía. Y lo más fácil era rumbear para los chistes picantes. “Todo vale”.Había que tener mucha audiencia. Y lo más fácil era encontrar los temas y los invitados taquilleros, aunque contaran hechos que hubieran puesto colorado a más de uno. Además, tenía la coartada perfecta. Aquello de que “Somos gente grande, che. Se sabe diferenciar”.

Hasta que un día me topo con una frase de San Josemaría:. “Lo que ensucia a un niño, ensucia a un grande”. Me quedó dando vueltas la frasecita. Pero no concretaba.

Y un día leí algo del apostolado de la diversión (que no le explicaré ahora, mejor tómese la molestia y averígüelo usted mismo; a los del Opus Dei nos encanta mostrar las cosas de nuestro Fundador. Pase, su pregunta no molesta).

Vuelvo a lo del apostolado de la diversión. Un día probé cambiar. Mejoré los argumentos. Los radioteatros no siempre tienen que contar los problemas de la cama de los protagonistas, ni los invitados siempre tienen que ser escandalosos.

Me animé. Tampoco es que mi inspiración anduviera golpeándole la puerta al 6º Mandamiento todos los días. Así que no fue tan tan difícil. Y la respuesta no se hizo esperar. Empezaron a llegar las llamadas telefónicas del público; todas invariablemente celebraban los cambios. El común denominador de todas era: “Por suerte buenas noticias”, o “Por suerte cosas de todos los días en la novela”.

Basta no saber para dónde rumbear, me leo un poquito de los escritos de San Josemaría y los argumentos llegan solos

No exagero si le digo que al día de hoy escribo varios kilómetros de papel semanalmente. Tampoco exagero que me las veo en figurillas para no ceder al argumento facilongo. Aquello del 90% de traspiración y 10% de inspiración es verdad. Y aseguro que a veces los números se me van al 95 y 5 por ciento.

Pero como tengo co-libretista, que nunca me reprocha los plagios, también aseguro que los kilómetros se me han hechos muy llevaderos. Basta no saber para dónde rumbear, que me leo un poquito de los escritos de Nuestro Padre y los argumentos llegan solos. No le miento. Son inspiración para programas de radio, para sketches, para audiciones cómicas. Lo digo con la mayor seriedad. Escribo más blanco que el papel blanco donde escribo, y la audiencia lo agradece. Llaman; mandan cartas -tengo varias carpetas con esos recuerdos-; te paran en la calle. Hasta llega algún premio internacional por los radioteatros, género que aún vive y lucha en Uruguay y el mundo.

No sé si a usted le preocupa lo del Juicio Final y lo de la felicidad eterna. A mí: mucho.Y mezclar la felicidad de Allá con la de aquí me ha resultado divertido, además de sencillo.

Todo es cuestión de inspiración. O por lo menos: de encontrar buen co-libretista.

Julio Vivián, Conductor y guionista radial // Libro "San Josemaría y los uruguayos", año 2002